EL CRISTAL CON QUE SE MIRA #58
DIEZ MINUTOS
“Te recuerdo Amanda / La calle mojada / Corriendo a la fábrica / Donde trabajaba Manuel / La sonrisa ancha / La lluvia en el pelo / No importaba nada / Ibas a encontrarte con él /Con él, con él, con él, con él, con él (…)
Son cinco minutos / La vida es eterna en cinco minutos…”
La vida es eterna en cinco minutos, cantaba Víctor Jara allá por el año 1969, en aquel ya universal himno político disfrazado de canción romántica… Cinco minutos… Si entonces la vida era eterna en cinco minutos, ¿se imaginan lo que pueden dar de sí el doble (o sea, diez, para la gente de la LOGSE)?… Veamos.
Diez minutos es el nombre de la revista de periodicidad semanal dedicada al noble deporte de darle patadas al corazón, donde los porteros son sustituidos por porteras, donde la mejor defensa es un buen ataque de cuernos, donde los amores eternos duran noventa minutos, donde no hay amante débil, donde la cama es redonda y en ella se acuestan once contra once, si no más, y donde el invariable Bota de Oro año tras año es un tal Jorge Javier Vázquez, un remedo de Cristiano Ronaldo pero en feo, torpe y fondón.
Diez minutos es el tiempo máximo que tardan los infalibles mandamases del VAR en advertir de un “flagrante” penalti a favor de Sergio Ramos en cuanto el partido se le pone mínimamente cuesta arriba al Real Madrid. Incluso en los partidos en los que Sergio Ramos descansa y ve el partido desde la tribuna por mor de las rotaciones esas.
Diez minutos es el récord de imbatibilidad de Van Crooij, el portero del VV Vento, de la Liga de los Países Bajos, quien el pasado fin de semana se tuvo que comer la friolera de trece goles firmados con el implacable sello del Ajax, cinco de los cuales se marcaron, precisamente, en poco más de diez minutos en la segunda parte. Veintidós goles lleva encajados el pobre angelito en los seis primeros partidos de la competición. A este paso, fijo que acaban en Segunda, que allí se llama Liga de los Países Hundidos.
Diez minutos es lo que tarda en protestar un aficionado de “Huliópolis” por la actuación arbitral en contra y, ya que nos ponemos, de España y de la Humanidad entera en contra. Pero “no preocuparse, criaturas”, que decía aquel: nada que no se solucione al día siguiente con un par de chistes a cargo de el del medio de los Morancos.
Diez minutos es lo que también tarda en protestar un sevillista por la floja defensa de Sergi Gómez dejando pasar a todo el mundo como si del securata del Cortinglés en plena Semana Fantástica se tratara o por la pierna de mantequilla de En-Nesyri fallando clamorosos goles que ya se venían celebrando desde el inicio del pase medido del compañero de turno.
Y otros diez minutos es lo que tarda el mismo sevillista del párrafo anterior en elevarlos a los altares si contribuyen mínimamente a hilvanar la siguiente jugada, siempre que esta finalice en gol, claro.
Por último, y seguramente lo más importante a día de hoy, veintiocho de octubre de dos mil veinte, ¡ojo cuidao!, diez minutos es el plazo máximo de tiempo que nos va a quedar esta noche para llegar desde la peña hasta nuestras respectivas casas tras la victoria contra el Stade Rennais (porque vamos a ganar, ¿verdad?) si no queremos que nos casquen una multa por infringir el horario del puñetero toque de queda… Si la vida es eterna en cinco minutos, como decía Víctor Jara, más eterno se nos va a hacer recuperarnos de los 600 euros que supone el recadito policial. Ya podían haber dejado el cambio de hora (a las 23 serán las 22) para esta noche, homeyá…
EDUARDO CRUZ ACILLONA
Publicado en La Colina de Nervión. 28/10/2020.