DISCULPEN LAS MOLESTIAS

EL CRISTAL CON QUE SE MIRA #167

DISCULPEN LAS MOLESTIAS

Cuando uno regresa de vacaciones, el único problema que espera encontrarse es haber olvidado la contraseña del ordenador. A veces es más grave y te han desvalijado la casa o han puesto un cartel de “Se traspasa” en el bar de abajo. Pero nada comparable con comprobar que durante nada menos que tres semanas te han usurpado nada menos que tu querida columna de opinión en la Colina y a manos nada menos que de tu propio cuñado. Y nada comparable, más todavía, a leer dichas columnas y ver la cantidad de sandeces, borderías, exabruptos y lindezas que se han dicho en mi ausencia. Me tranquiliza que el Sevilla Fútbol Club estaba ocupado con los fichajes de agosto (porque estaba ocupado, ¿no?) y que el director de esta bendita Colina tenía su mirada puesta en contar la actualidad y no tanto en filtrar lo que las dos neuronas que no se hablan entre ellas de mi cuñado soltara en este espacio.

La cosa no puede quedar así y vayan por delante mis más sinceras disculpas. En este párrafo y en el titular, con letra más grande y negrita, porque más claro no puedo decirlo. El año que viene dejaré escritos unos cuantos artículos para que no haya hueco para desalmados.

Así mismo, he hablado con mi cuñado, le he echado en cara todo el estropicio que ha venido haciendo durante estas semanas (aunque en lo personal también puedo hablar de meses y de años) y le he exigido una disculpa por escrito. Lo primero que me ha dicho es que si ese texto se cobraría aparte. Lo segundo, que por qué le he pegado con la chancla en la boca. Más tarde, y desde mi cuarto de baño, me ha mandado un mensaje de WhatsApp con el siguiente texto que procedo a compartir, pues a ustedes, amables y pacientes lectores, deben ir dirigidas las disculpas:

“Creo que he cometido errores y quiero aprovechar también la oportunidad para disculparme en primera persona y pedir perdón a cualquier aficionado del Sevilla Fútbol Club que se haya sentido ofendido por cosas y gestos que pude hacer en su momento. Creo que estamos todos en el mismo barco y somos todos la misma familia”.

Y se ha quedado tan ancho el tío. Ha tirado de la cadena del váter y, sin lavarse las manos, ha salido del baño con una sonrisa de oreja a oreja dispuesto a darme un abrazo reconciliador.

Lo malo es que está convencido de que él no ha cometido errores, que todo es consecuencia de acciones puntuales a las que ha reaccionado a su manera. Y aunque se disculpa en primera persona, en realidad quiere decir que le he obligado a disculparse para no provocar males mayores.

Dirige su perdón a los seguidores del Sevilla Fútbol Club, cuando debería hacerlo a todo el mundo del deporte y del periodismo deportivo, pues sus actitudes son el ejemplo más deplorable que podemos mostrar a la infancia y a los estudiantes de periodismo. Y se permite la chulería de señalar a cosas y gestos “que pude haber hecho”. ¿Cómo que “pude”? Que “has” hecho, so mendrugo, que están ahí, en internet, y puede leerlas todo el mundo…

Por último, apela a la familia y, sobre todo, a su pertenencia a ella, cuando tengo muy claro que sólo viene a mi casa por interés, bien esté en el mueble bar, en el frigorífico o en ambos a la vez.

Así que, con todo ello, no me parecerá mal que lo abronquen si le ven por la calle y que le echen en cara todo el daño que nos ha hecho. Y si por un casual les preguntara qué más puede hacer por el sevillismo, les recomiendo que le den la misma respuesta que yo: ponte a trabajar y, si lo haces bien, lo mismo montamos una peña hípica a tu nombre.

EDUARDO CRUZ ACILLONA

Publicado en La Colina de Nervión. 6/9/2023.