EL CRISTAL CON QUE SE MIRA #187
EL RAYO QUE NO CESA
Me van a perdonar que, a estas horas, comience mi artículo semanal con un poema…
Dice así:
“Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.
Como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes
por una noche oscura de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.
Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.
Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro,
voy entre pena y pena sonriendo.”
Pertenece al poemario “El rayo que no cesa”, de Miguel Hernández, y uno se acordaba de esas letras viendo el partido del lunes…
Por un lado, el Rayo no cesaba en mostrarnos las penas que oscurecen la línea de nuestra defensa. Pero, por otro lado, entre pena y pena, tampoco podíamos dejar de sonreír y de (sujétame el cubata) soñar con esa dupla que hacen un fulano llegado de la cantera y otro de la Copa de África…
Y a un servidor, que le gusta ver siempre el lado más brillante de la vida (Monty Phyton mediante), este naufragio de vaivenes al que nos viene teniendo acostumbrados nuestro Sevilla Fútbol Club no puede ser otra cosa que la tabla a la que procuro agarrarme, cada vez más alejada de los puestos de descenso, y ese norte que pretendemos todos, en lo más alto de la clasificación.
Y ahí estamos, eludiendo el mal presagio, deseando que el viento sople a favor, que las arenas dejen de ser movedizas y las aguas amargas, que las penas vuelvan a su cauce y las alegrías inunden nuestras esperanzas, que el mañana sea un signo en positivo y que no haya que mirar para atrás con el miedo congelando las pestañas. Porque por mucho que algunos lo deseen… No, señores, no. No somos la banda, la banda, la banda que iba en el Titanic.
Mención aparte merecen, y seguimos en tono poético, aquellos que cuando alguien señala con el dedo a la luna sólo se fijan en el dedo.
En este caso, el imberbe seguidor de “El Rayo, que no cesa a nadie” señaló a la luna con la mala fortuna (joé con las rimas) que el gesto quedó interrumpido por el terraplanista trasero de Ocampos… Y todo el mundo miró al dedo. Incluido el VAR. En una acción que, como mínimo, merecía la tarjeta arcoíris.
Y a un servidor, que le gusta ver siempre el lado más brillante de la vida (Monty Phyton mediante, y esto ya lo he dicho antes, joé con la rima), lo que más le apetece es ver a más jugadores que, sin salir del armario, reclamen sacar de banda…
EDUARDO CRUZ ACILLONA
Publicado en: www.lacolinadenervion.com. 7/2/2024.