EL CRISTAL CON QUE SE MIRA #92
EL SECRETO ESTÁ EN LA MASA
Estaba a punto de no volver a escribir aquí, te lo digo desde ya, querido Álvaro, jefe de esta Colina y alrededores. Mira que los pizzeros pasan calor en verano… Pues más sofocos se han llevado presidentes, directores deportivos y entrenadores con el mismo rollo que los pizzeros: la masa. En concreto, la masa salarial.
Y yo que pensaba que el coñazo de “Los pajaritos de María Jesús y su (puñetero) acordeón”, “La barbacoa” o “La bomba” ya eran el culmen de la canción del verano… Pues no. Han venido un tal Tebas (que no nació llorando, sino protestando), un tal Laporta (que no nació llorando, sino llorando por lo suyo, Barto meu de la meva vida y del meu cor) y un tal Pérez (que, conjugando el verbo embapar, afirma que Mbappé es la primera persona del singular de un futuro perfecto), han venido estos tres, digo, y nos han dado las vacaciones con el rollo de la masa salarial. Con la connivencia de un presunto “Chiringuito” que es la vergüenza ajena de los que frecuentamos dichos establecimientos desbordantes de buen rollo, colega, música en directo y 2×1 en cócteles de seis a ocho de la tarde. Y los trileros de Atocha, en Madrid, acusándoles a todos ellos de competencia injusta… Ya te digo, Álvaro, para no volver…
También hemos tenido culebrón, conflictos y discusión aparte con otro tipo de masa: la masa muscular. Que si algunos jugadores venían tocados de la Copa de Europa… Que si otros jugadores venían tocados y con jet lag de la Copa de América… Que si otros más tenían la suerte de contar con un tal Pintus, que tiene nombre de teleñeco pero que nunca he visto destacar en Barrio Sésamo, y que sólo asocio con el Pingus (en concreto, el de 2018), que está exquisito pero que te deja la masa salarial francamente debilitada…
Pero nadie, y cuando digo nadie miro a las autoridades competentes, se ha preocupado por la masa que realmente importa en el fútbol (y en otros órdenes de la vida): la masa social. La gente, carajo, el aficionado, el socio, el abonado. El que lleva desde marzo del año pasado viendo su estadio, su segunda casa, sólo por fuera, el que no ha podido desgañitarse apoyando a sus colores, el que no ha podido estar más allá de las once de la noche en la Peña compartiendo sentimientos con sus iguales, el que ha visto cómo enmudecían sus camisetas del equipo en el armario, el que llevaba una mascarilla con el escudo de su equipo entre el orgullo y la impotencia, el que ha tenido que cambiar sin rechistar toda una grada por el sillón de su casa… Nadie se ha acordado de la masa social, del aficionado.
El pasado día 7, Morante de la Puebla se encerró en la plaza del Puerto de Santa María con seis toros seis y un aforo, dicen, del 50%. Sólo hay que echar un vistazo a las imágenes del evento para cuestionar qué significa “50%”… Y después de muchas vicisitudes, muchos globos sonda, muchos mareos de perdiz, la Junta de Andalucía le asigna un 40% al fútbol…
Una vez escribí, lo tengo publicado por ahí, que ya era tener mala suerte ir a los toros y que te dieran un balonazo… Acto seguido, continuaba: Peor es ir al fútbol y que te pongan los cuernos…
Bendita esa masa social, que no es masa, sino un conjunto enorme de personas, con sus nombres y apellidos, con sus carnés de socio, con sus ilusiones intactas, con su pena en el alma (como bien ponía negro sobre blanco mi querido Martín Lucía el pasado domingo) por no poder acudir todos juntos al estadio…
Bendita esa masa social que desde el jueves inundaba foros y grupos de whatsapp con mensajes dubitativos sobre el sorteo, con mensajes esperanzadores, volcando ilusiones y corazones (nada que ver con los emojis) esperando ese domingo de agosto a las diez y cuarto de la noche.
Fue entonces cuando se produjo la magia. La espeluznante e incomparable magia. Sonó el himno y 13.962 voces lo secundaron. Casi catorce mil que éramos muchos miles más. Sonó “Amarguras” y 13.962 silencios lo secundaron. Casi catorce mil que éramos muchos miles más.
Luego sonó En-Nesyri. Y sonó, y cómo, Lamela. Y sonó, ¡bravo!, Pedro Ortiz. Y Dmitrovic, e Idrissi… Y sonó el pitido final…
Tiempo habrá para hablar de ellos. Yo hoy me quedo con la cara de mis amigos, los que estaban en Sevilla y quedaron dos horas antes del partido en la Peña, como mandan los cánones. Los que compartieron fotos dentro del Sánchez-Pizjuán para que los que estamos a muchos kilómetros de distancia pudiéramos sentir sus acelerados latidos. Con ellos, y en lo que al fútbol se refiere, nadie, ni siquiera la autoridad competente, podrá nunca ponernos los cuernos.
EDUARDO CRUZ ACILLONA