LOS PLACERES Y LOS DÍAS

EL CRISTAL CON QUE SE MIRA #59

LOS PLACERES Y LOS DÍAS

Posiblemente, a estas horas ustedes ya conozcan los resultados del clásico derbi yanqui por antonomasia entre demócratas y republicanos. Por lo visto, aquello tiene casi tanta emoción y seguimiento como el nuestro contra los de “Huliópolis”, y al que algunos ya le han sacado cierto paralelismo. Así, hay quien sostiene que Donald Trump habría estado encantado de contar dentro de su equipo de asesores con el Señor de Las Criaturitas, “acolapsando” la avenida Pensilvania de Washington, donde se ubica una Casa Blanca que no es el Bernabéu… Por nuestra parte, mejor dejarnos de comparaciones incómodas, que cada vez que oímos hablar de americanos torcemos el gesto y nos ponemos en lo peor…

De ese Supermartes norteamericano pasamos a este Supermiércoles nervionense, donde los nuestros tienen que enfrentarse y ganar al ruso y rudo Krasnodar para no dar más excusas y argumentos a la mala racha que llevamos, que la norteamericana (otra vez) fiesta de Halloween ya ha pasado, y sustos queremos los justos.

A este equipo ya le ganamos en casa hace dos temporadas, aunque quedaron segundos de grupo y no fueron eliminados hasta octavos por el Valencia, la misma ronda en la que cayeron a manos del Celta de Vigo dos años antes. El año pasado también les ganó el Getafe y no superaron la fase de grupos. Por el bien de los nuestros, esperemos que siga la racha, que la puntería vuelva a las botas de los jugadores y que el resultado no imite a las elecciones norteamericanas, donde una victoria por la mínima ha estado tan cerca del pitido final como una derrota por la mínima.

Y llegados a este punto, permítanme que recurra a, como le solía presentar su amigo Joaquín Sabina, “el ínclito, el maravilloso, el de los dedos vertiginosos”, el cantautor y maestro Javier Krahe:

“Igual que en televisión

interrumpen su emisión

para anunciar un brebaje

o un masaje,

interrumpo mi canción

y coloco aquí un mensaje”

Porque yo hoy, en realidad, he venido a hablarles no del Supermartes ni del Supermiércoles, sino de otro día de la semana que algunos llaman Superviernes (por aquello de ser el comienzo del fin de semana) y yo lo bautizo como “Beernes” por las razones que todos imaginan.

Y es que “Beernes” se titula mi último libro de relatos, que ya está en preventa y que llega a las librerías, coronaleches mediante, precisamente el viernes de la semana que viene. “Beernes” es celebración, es amigos, es buen rollo y mejor humor.

Si Ortega y Gasset, que es sólo uno, decía aquello de “Yo soy yo y mis circunstancias”, la reciente premio Nobel Louise Glück sostenía que la poesía, y por añadidura la literatura en general, “es una venganza contra las circunstancias”. Por eso este “Beernes”, que ya ha salido de mis manos para ponerse en las de la imprenta, es la vida, sus circunstancias y lo-que-te-rondaré-morena. Podría haberse llamado “Los placeres y los días”, pero ese título ya lo utilizó Marcel Proust para su primer libro en 1896.

Y como no se debe abusar de la publicidad, que bastante cargadita viene ya esta página con sus banners y sus pop-ups, les dejo con uno de los relatos contenidos en el libro y que tiene que ver, claro está, con el fútbol.

Se titula EL PENALTI:

#0

La prórroga también terminó con empate a cero.

#1

De él dependía ganar la final. Sólo tenía que marcar aquel último y definitivo penalti. Le temblaban las piernas. Miró al portero y decidió lanzarlo por la derecha.

#2

De él dependía ganar la final. Sólo tenía que parar aquel último y definitivo penalti. Le temblaban las piernas. Miró al delantero y decidió lanzarse hacia su izquierda.

#3

No es difícil imaginar a ochenta mil personas gritando a la vez dos consignas contrarias.

#4

El árbitro sopla su silbato indicando que ya puede lanzarse el penalti.

#3

Es difícil imaginar a ochenta mil personas conteniendo a la vez la respiración.

#2

A miles de kilómetros de distancia, su hijo de cinco años se entretiene coloreando un libro de animales que le acaba de comprar su madre.

#1

A miles de kilómetros de distancia, su hija de cuatro años mete los dedos en un vaso de leche que le acaba de servir su madre.

#0

La mitad del estadio estalla en un ensordecedor grito de júbilo.

FIN.

Feliz día.

EDUARDO CRUZ ACILLONA

 

Publicado en La Colina de Nervión. 4/11/2020.