EL CRISTAL CON QUE SE MIRA #82
MINUTO Y RESULTADO
Qué tiempos aquellos en los que todos los partidos se jugaban los domingos a las cinco de la tarde… Todos… Qué tiempos aquellos en los que a esa hora veías a matrimonios de ancianos paseando por la calle, ella agarrando con fuerza y cariño el brazo del marido y él utilizando el brazo libre para pegarse a la oreja el transistor… Qué tiempos aquellos del Carrusel Deportivo, aquellos pitidos, que hoy nos resultarían desquiciantes, adelantando el anuncio de un gol, aquel penalti en La Condomina, aquel gol en Las Gaunas, aquel frío en el estadio Zorrilla… Y qué emoción cuando cada cierto tiempo gritaban “Minuto y resultado”. Era el momento de repasar los marcadores en todos los campos no fuera a ser que te hubieras perdido algún gol importante. Como no chillaban…
De aquel “Minuto y resultado” hemos pasado en esta última jornada a que “un minuto” haya “resultado” ser la comidilla, el cachondeo y la vergüenza ajena, según a quién mires, de todo el país. Dado que el VAR no analiza esquemas mentales ni cabezas humanas (pero dale tiempo), no podemos saber qué se le pasó al árbitro por las meninges para alargar el encuentro cuatro minutos y decretar el final del mismo cuando sólo habían transcurrido tres. Me recuerda a esos funcionarios que terminan su jornada laboral a las tres de la tarde y a las dos y media ya están trasegando cervezas en el bar de debajo de su casa como si no hubiera un mañana.
Al final, como todos sabemos, el minuto perdido se jugó. Con desgana por parte de los que ya estaban abriendo los grifos de las duchas y metiendo el dedo gordo del pie bajo el chorro del agua para comprobar su temperatura. Con cachondeo por parte de los jueces auxiliares, que ya han hecho una colecta para comprarle un reloj profesional al árbitro y que deje de usar ese con la figura de Mickey Mouse y los brazos haciendo de agujas que le pide prestado a su hija pequeña cada fin de semana que le toca pitar. Y con mucha curiosidad por parte de los mal pensados (entre los que me incluyo), imaginando qué pasaría si los jugadores que se habían intercambiado las camisetas entre ellos ahora se ponían la que tenían en la mano y saltaban de nuevo al campo a jugar con el equipo contrario…
“La vida es eterna en cinco minutos”, cantaba Víctor Jara en la ya mítica canción “Te recuerdo, Amanda”. En cinco minutos. ¿Pero en uno? Como seguramente diría Ramón Gómez de la Serna para la ocasión: “Un minuto es un tiempo (di)minuto”. Y claro, no dio tiempo prácticamente a nada. Y menos cuando la pelota llegó a los pies de Acuña, maestro en marear la perdiz y volver loco al contrario con la posesión del balón entre las botas.
La cosa, finalmente, quedó en pura anécdota… O no… ¿Y si la situación y la decisión adoptada ha creado precedente? Estaríamos hablando ahora mismo de un desbarajuste de inconmensurables dimensiones… (Y sobre la marcha le pido perdón, querido lector, por esta última frase; es larga de narices y difícil de pronunciar como pocas: “desbarajuste de inconmensurables dimensiones”)
Pero no es broma. ¿Se imaginan que ahora todos los equipos ponen la moviola a funcionar, revisan uno a uno todos los partidos disputados y exigen volver a jugar aquellos en los que el árbitro recortó algunos segundos del tiempo añadido? ¿Se imaginan a todo un equipo teniendo que desplazarse a la otra punta del país para disputar quince segundos? ¿Cuántas jornadas necesitaríamos para quedar todo el mundo en paz con el resto?
¿Y si se diera el caso contrario, es decir, si algún equipo se quejara de haber jugado medio minuto más de lo anunciado? ¿Cómo se le reintegra ese tiempo erróneamente añadido? Por trabajar medio minuto de más, muchos funcionarios de esos que mencionábamos antes han ido a la huelga y han paralizado todo un país…
Esto, en otros deportes, no pasa… En baloncesto, por ejemplo, cuando se llega al tiempo estipulado, suenan unas bocinas en todo el estadio que muy sano tienes que tener el corazón para que no te dé un infarto.
Por no hablar de otros deportes como el atletismo o la natación, en los que, si finalizas unos segundos antes de lo marcado, no sólo no te penalizan sino que te premian con una medalla y te asignan oficialmente un récord mundial.
¿Qué estamos haciendo mal?…
EDUARDO CRUZ ACILLONA