EL CRISTAL CON QUE SE MIRA #186
NACÍ, CRECÍ, SAUDÍ
#Nací
Nací en el norte. Más de una vez lo he contado por aquí. Y con seis o siete años me regalaron la camiseta del Athletic de Bilbao. Yo era un tuercebotas, pero chutaba el balón como si fuera a encajarlo por la mismísima escuadra del antiguo arco de San Mamés. Porque entonces, y también antes, y también ahora, allí el fútbol era secundario. Mandaba mucho más y predominaba el sentimiento, la pertenencia a una familia, no era los que nunca se rinden, era los que nunca te fallan.
Mi tío era el proveedor de las redes de las porterías de Lezama y de la Catedral. Y acompañarle algunos veranos a entregar el material fueron de las mejores experiencias de mi vida. También lo he contado por aquí. (Si eres asiduo lector de esta ladera de la Colina, ya sabrás que yo le marqué un penalti a Iribar…)
A día de hoy, a pesar de que la talla me queda chica, sigo vistiendo con orgullo aquella camiseta. Y sigo entendiendo el fútbol de aquella manera, donde el negocio no tiene cabida y donde la pasión tiene asiento preferente en Tribuna.
#Crecí
Me vine a vivir a Sevilla. Y descubrí que aquí no eras nadie si no te decantabas por una de las dos corrientes: la que se atisbaba allá lejos entre palmeras o la que daba nombre al barrio que me llevaba a la ría que atravesaba mi Bilbao.
Supe que había acertado en la elección cuando descubrí el espíritu sevillista. Cuando vi a críos de seis o siete años chutando al balón contra las paredes del estadio imaginando goles trascendentales para su equipo. Cuando vi a parejas haciéndose una foto de perspectiva imposible con el mosaico de fondo. Cuando pedía permiso para entrar a la Peña y no me encontraba en un bar sino en una reunión familiar. Cuando las victorias eran una lógica celebración y las derrotas una reafirmación de pertenencia. Cuando el terreno de juego se llenaba de apellidos cambiantes con el tiempo mientras en las gradas siempre estaban, nunca se rinde, los mismos.
Mi familia creció. Y yo con ella.
#Saudí
Poco hablamos, y vuelvo a entonar el mea culpa, del Sevilla FC Femenino.
En esta Colina se da más que cumplida cuenta de su día a día (a ver si aprenden otros), pero me queda a mí la sensación, será como cuando estudiaba Religión en un colegio de curas, de asignatura pendiente.
Tenemos un tesoro en este equipo. Cada semana es una fiesta. Y no hay nada más peligroso (para el rival) que un grupo de gente pasándoselo bien. Cuánto que aprender de vosotras…
Porque el Sevilla Fútbol Club no necesita irse a Arabia Saudí para encontrar petróleo. Su riqueza está en muy pocos kilómetros alrededor. La distancia que separa los estadios en los que juegan, semana tras semana, sus jugadoras, sus jugadores.
Sánchez – Pizjuán… Cisneros Palacios… Son apellidos. Son familia. Y la familia está, sobre todo, cuando se la necesita. Hay otras familias. Hay otros apellidos. Pues a ver si aprenden de estos…
EDUARDO CRUZ ACILLONA