EL CRISTAL CON QUE SE MIRA #83
¡OH, CAPITÁN!, ¡MI CAPITÁN!
Orgulloso de mi gente, de los de dentro del campo y de los de fuera.
Seguiremos soñando, seguro, porque hemos venido para quedarnos.
A seguir molestando.
Y parafraseando a J.C. Aragon:
“Los mediocres sólo pueden conseguir algo de gloria
viendo hundido a los demás.”
Forza SFC!!!— Monchi (@leonsfdo) May 3, 2021
Es un tuit. Apenas 273 caracteres. De los millones que se publican a diario en la red social esa del pajarito azul. Pero lo firma un tal @leonsfdo, también conocido como Monchi. Y eso ya son palabras mayores. Eso es ley. Eso es palabra de nuestro Capitán. Y lo que dice va a misa, faltaría más. Porque no será infalible como supuestamente es el Papa, pero cuando abre el pico (el del pajarito azul), lo clava.
En la película “El club de los poetas muertos” (si no la has visto, ya estás tardando), Robin Williams interpreta a un peculiar profesor con unos también peculiares métodos de enseñanza. Lejos de tratar de ejercitar la memoria de los alumnos haciendo que estudien tediosas lecciones de Literatura aplicando casi fórmulas matemáticas para calificar la poesía, John Keating, que así se llama el protagonista, invita a sus sorprendidos alumnos a ver la vida de otra manera, a disfrutarla a manos llenas y a hacer del lema “Carpe Diem” su modo de comportarse en el mundo. Y lo hace, para empezar, recitándoles el famoso poema “¡Oh, Capitán!, ¡Mi Capitán!”, el famoso poema que Walt Whitman le escribió a Abraham Lincoln tras su asesinato en 1865 (si no lo has leído, ya estás tardando). Y lo hace obligándoles a subirse encima de los pupitres para que vean el aula, y por extensión el mundo, de otra manera, desde otro punto de vista, desde lo más alto.
Monchi es nuestro John Keating particular. Con él hemos aprendido a disfrutar de las cada vez más numerosas victorias y de envalentonarnos en las derrotas. Con él nos hemos puesto de pie en los pupitres de la grandeza futbolística y hemos visto este noble deporte desde lo más alto, presumiendo de lo logrado y, manda narices, lamentando lo perdido. Porque ya me dirás tú qué equipo se clasifica para Champions faltando aún cinco jornadas, qué equipo le saca casi veinte puntos a su inmediato perseguidor, qué equipo ha entrado en las quinielas para ganar la Liga quitándole el sueño a más de uno de esos que presumen de presupuesto disparatado y, repito, manda narices, tiene hoy triste a toda la afición.
Con la inestimable ayuda de El Arrebato, Monchi nos metió entre ceja y ceja el convencimiento de que no sólo nuestro equipo nunca se rinde sino que nos brinda margen de maniobra más que suficiente para no dejar tampoco de soñar.
Aquel portero que debutó en el Sevilla FC en enero de 1991 contra la Real Sociedad se ha convertido a día de hoy en el mejor cancerbero de nuestras ilusiones. Porque ya nadie es capaz de marcarle un gol a nuestro orgullo.
Y ya que él mismo lo cita en su tuit, de Capitán a Capitán, permíteme que termine esta columna con el arranque del popurrí de la comparsa “La banda del Capitán Veneno”. Cambia tú mismo “sale por carnaval” por “salta al Sánchez-Pizjuán” y disfruta:
Mi tierra tiene un veneno que sale por carnaval
y si te muerde mi tierra se te envenena la sangre
No importa cuál sea tu barrio
Tu escuela y tu catedral
Tu condición, tu bandera
Tu religión o tu padre
Misteriosa, lentamente y en silencio hace como la marea
Va encharcándote y llenándote lo más escondidito que te queda
Te atraviesa hasta los clavos de los huesos
Sin permiso y con maldad
Se emborracha en las tabernas de tu alma
Y paga con tu libertad.
P.D.: Y después de está pechá de piropos, Monchi, pishita mía, a ver si nos mandas ya el prólogo para el libro de Maradona, cohone…
EDUARDO CRUZ ACILLONA