EL CRISTAL CON QUE SE MIRA #19
QUERIDOS REYES MAGOS
Hace más o menos un mes, y como todos los años, recuperamos la bonita tradición de la correspondencia en papel. Nada de mensajes de voz o de texto en whatsapp repletos de emojis en vez de palabras y nada de correos electrónicos apresurados y asépticos. Todos nos pusimos a escribir una carta, de puño y letra, como se hacía hace ya demasiado tiempo. Una carta que encabezábamos con el clásico “Queridos Reyes Magos” y que continuábamos con un no siempre del todo sincero “Como este año me he portado muy bien…”
Reciclados ya los cartones de las cajas y los papeles de regalo, y cuando todos volvemos a la monotonía del whatsapp y del gmail, quiero volver a coger el papel y el boli para escribir un nuevo “Queridos Reyes Magos”.
En esta ocasión, los magos no vienen de Oriente y no se llaman Melchor, Gaspar ni Baltasar. En esta ocasión, no quiero decirles cómo me he portado este año ni quiero pedirles regalos. En esta ocasión, mi carta es muy escueta y muy simple:
“Queridos Reyes Magos: gracias por existir”.
Por existir, sí. Y si todavía hay alguien que no crea que los Reyes Magos existen, no tiene nada más que darse una vuelta, cada seis de enero a eso de las doce y media de la tarde, por la residencia San Juan de Dios, en Nervión, en plena avenida de Eduardo Dato, casi enfrente del Ramón Sánchez-Pizjuán. Allí, montados en coches de caballos, llegan tres reyes magos no desde Oriente, como se llamaba hace tiempo la avenida Luis Montoto, sino desde la Peña Al Relente, en la calle Aznalcázar. Estos reyes magos se llaman Rafa, Manolo y David. El año pasado fueron otros y el año que viene serán también otros. Pero todos llegan, suben las escalinatas del edificio y hacen realidad la magia. Y lo hacen de la mano de la Fundación del Sevilla Fútbol Club, este año representada por Antonio Álvarez.
Lo de menos son los regalos. Lo de menos son los espumillones y los caramelos. Ese día, a esa hora, lo único que importa de verdad es la sonrisa emocionada en la cara de un grupo de niños, y no tan niños, ingresados en la residencia.
Mis amigos Rafa, Manolo y David volvieron ayer a sus rutinas, a sus madrugones, a sus quehaceres, a sus problemas y a sus alegrías, a su día a día. Lo mismo habrá hecho Antonio Álvarez. Pero ayer, hoy, y seguro que durante mucho tiempo, unos cuantos niños, y no tan niños, seguirán acariciando la bolsa granate con el escudo del Sevilla Fútbol Club que unos reyes magos les entregaron el día 6 y en cuyo interior, más allá de los regalos, había magia y felicidad.
Esas sonrisas no tienen precio. Y como me siento un auténtico privilegiado por haberlo presenciado en vivo y en directo, cojo hoy papel y boli y vuelvo a escribir:
“Queridos Reyes Magos, querida Peña Al Relente, querida Fundación del Sevilla Fútbol Club: gracias por existir”.
EDUARDO CRUZ ACILLONA