SEMANA DE PASIÓN

EL CRISTAL CON QUE SE MIRA #78

SEMANA DE PASIÓN

#1

La vuelta al cole, en septiembre, coincidía con la salida al mercado, o sea, a los kioscos, de la nueva colección de cromos de la Liga de Fútbol. El álbum solía resultar gratis. La compra de sobres que portaban cromos, estampitas las llamaban algunos, corría a cargo de la generosidad de padres y abuelos, de la buena conducta del pequeño coleccionista o, en el peor de los casos, de sus propios ahorros.

Luego llegaba la ingente y perseverante labor de intercambiar cromos en el patio del cole durante el recreo, de negociar, de regatear, de defender los cromos difíciles contra los más habituales, de poner valor y precio a las más deseadas figuras que uno había tenido la suerte de adquirir…

Todos los años se repetía la misma rutina. En todos los colegios. Pero había uno, en San Fernando (Cádiz), en el que siempre se hacía con los mejores cromos y conseguía la mejor colección el mismo chaval. Se llamaba Ramón, pero ya todos le conocían por Monchi.

#2

Desde que empezó a jugar al fútbol en su colegio, siempre soñó con marcar los mejores goles. Imaginaba tiros directos a la escuadra, penaltis a lo panenka, obuses envenenados con efectos imposibles desde fuera del área, cabezazos rematando un córner en el último minuto…

Cada noche, al acostarse, cambiaba el rezo que le había enseñado su madre de las “cuatro esquinitas tiene mi cama” por los “cuatro corners tiene mi estadio”, se abrazaba a sus guantes de portero y se dormía mirando el póster de Palop que tenía pegado en la pared.

#3

Hubo un año en el que el profe de Educación Física, cuando tenían clase y estaba lloviendo, los metía a todos en el gimnasio y les ponía la película de Forrest Gump. Un trozo cada vez. El resto de tiempo lo utilizaba para ensalzar la actitud del protagonista, subrayando los valores de superación frente a las adversidades, el esfuerzo, la confianza en uno mismo… Se trataba de correr, de correr y de correr, decía el profe. La victoria está allí, al final, insistía.

Llegaron a ver la película, a lo largo de aquel lluvioso curso, lo menos un total de cinco veces. El último mes, como evaluación final, el profe pidió a los alumnos que hicieran un trabajo relacionado con todo lo aprendido.

Algunos dibujaron el cartel de la película, aquel de Tom Hanks sentado en un banco con una caja de bombones en el regazo; otros llevaron dibujos de gente corriendo felices en chándal o recibiendo una medalla después de una carrera… Y hubo uno que apareció con las manos vacías. Cuando llegó su turno de exponer su trabajo delante de sus compañeros, y ante la pregunta del profesor de por qué no había llevado nada, se giró. En la espalda de su camiseta figuraba el número 16, las letras “J. NAVAS” en rojo y una dedicatoria a su nombre llena de cariño.

#4

Era la primera vez que iba a ver un partido de fútbol. Siempre había pensado que eso era una actividad exclusiva de su padre, cuando después de comer se levantaba de la mesa, apenas terminado el postre, y decía “Me voy a la Peña a ver el partido”.

Era la primera vez que iba a ver un partido de fútbol y los nervios no le dejaban dormir. Desde el día anterior, un viernes al salir del colegio, cuando su padre le dijo “Mañana quiero que vengas conmigo al fútbol”.

Aquel estadio le pareció mágico… Ni las gradas ni el terreno de juego tenían nada que ver con lo que había visto en televisión… Miraba a su padre y éste, sin decir nada, sólo con la mirada, contestaba con un “Te va a encantar”.

Así fue. Le encantó. Descubrió un mundo hasta entonces desconocido. Se ilusionó. Se emocionó. Gritó. Saltó…

Desde aquel sábado, de la mano de su padre, no se pierde un solo partido. Y en la grada, con sus once años recién cumplidos, se desgañita animando a su equipo y afirmando que, cuando sea mayor, ella quiere ser como Virgy García.

#5

No iban al colegio no por falta de ganas, sino por falta de colegio. Deambulaban por las calles intentando arañar algunos dirhams a la buena voluntad de los turistas, robaban fruta de los puestos en el mercado y jugaban al fútbol en los parques y en las plazas con sus camisetas del Barça y del Real Madrid. Los azulgranas frente a los blancos. Siempre la misma rutina. Siempre la misma rivalidad.

Los fines de semana hacían lo imposible por conseguir una silla entre tantos adultos tomando té con hierbabuena en el bar que, gracias a la antena parabólica, retransmitía los partidos de la Liga española. Unos, cuando tocaba, animando al Barça. Otros, al Real Madrid.

Aquel día no había fútbol. Se anunciaba un parón para la disputa de partidos de las diferentes selecciones nacionales. La pantalla del televisor la ocupaba el rostro de Vahid Halilhodzic enumerando los nombres de los jugadores convocados. Entre ellos estaban Bono, Munir y En-Nesyri.

Al día siguiente, en el descampado, formadas las dos porterías con ropa arrugada señalizando cada uno de los postes, tanto los niños con camiseta del Barça como los que portaban la del Real Madrid quisieron que su equipo lo capitaneara aquel a quien nunca habían dejado jugar y que siempre llevaba puesta la camiseta del Sevilla Fútbol Club.

EDUARDO CRUZ ACILLONA

 

Publicado en La Colina de Nervión. 31/3/2021.