EL CRISTAL CON QUE SE MIRA #27
UNA IMAGEN VALE MÁS
Seguro que ustedes lo recuerdan. Corría el año 2006. Mundial de Alemania. La Sexta emitía un programa deportivo llamado “Una noche Mundial” en el que repasaba la actualidad del campeonato. La tertulia de dicho programa contaba con un colaborador de lujo de nombre Julen Lopetegui. En aquel programa, dicho colaborador protagonizó uno de los momentos más recordados de la historia de la televisión y carne de zapping desde entonces hasta nuestros días. Estaba el tal Lopetegui analizando delante de una pantalla de grandes dimensiones la táctica de juego de la selección española cuando, sin motivo aparente, puso los ojos en blanco, se desplomó hacia atrás y lo último que se vio de él fueron sus pies asomándose en la pantalla para caer inmediatamente al suelo. Acto seguido, como si nada hubiera ocurrido, el presentador, Patxi Alonso, entraba en plano y, sin siquiera mirar al desmayado colaborador, daba paso a la publicidad con su mejor sonrisa ensayada. A la vuelta de publicidad, el tal Lopetegui siguió comentando la actualidad como si nada hubiera ocurrido.
Esta imagen, cuyo video pueden ustedes volver a ver tan sólo tecleando en Google las palabras “Lopetegui” y “desmayo” o, si prefieren no perder demasiado tiempo, pinchando directamente aquí, me está viniendo a la cabeza de manera recurrente desde hace varias semanas y creo que explica con exquisita precisión el periodo convulso que está atravesando el Sevilla FC.
En mi cabeza veo a Julen Lopetegui en el vestuario, delante de toda la plantilla, explicándoles la táctica a desarrollar durante el partido para anular al rival de turno y conseguir la victoria. Apenas comenzada la explicación, el entrenador y fino analista da un paso renqueante hacia atrás, pierde el equilibrio y se desmaya. En ese momento, junto a la pizarra aparece un sereno Jesús Navas (valga la redundancia) y, como si de Patxi Alonso se tratara, se dirige a sus compañeros y dice pausado: “Bueno, pues vamos a saltar al terreno de juego, ¿no?”. Todos asienten con el convencimiento y la seguridad que otorga el sentido común y, por el túnel de vestuarios, se dirigen al campo mientras de fondo escuchan el himno cantado a capela, como es habitual, por todo el estadio.
En mi cabeza, Lopetegui recupera la consciencia momentos antes de tener que comparecer en sala de prensa. Desconoce el resultado, si el equipo ha jugado bien o mal, si ha habido jugadas polémicas o si el público ha silbado tras el pitido final o, incluso, en el descanso. El entrenador se dirige a la sala de prensa y, tras la primera pregunta, que invariablemente suele ser la original “Míster, ¿qué valoración le merece el partido?”, Julen tira de archivo mental y asegura que el equipo “mereció la victoria, jugó muy bien aunque le faltó algo de intensidad en determinados momentos, tenemos que mejorar en algunos aspectos pero para eso entrenamos duro toda la semana, y estoy convencido de que en mayo, que es cuando hay que evaluar los resultados, tendremos buena nota. Mientras tanto, seguimos trabajando. Yo estoy muy contento del rendimiento de mis jugadores”.
Las tres siguientes preguntas las despacha con similar tono y, al regresar al vestuario, se dirige a un De Jong recién duchado, le abraza y le felicita por el partidazo que ha hecho. El resto de la plantilla, suplentes y utilleros incluidos, contemplan asombrados la escena y dirigen su mirada a En-Nesyri, que se encoge de hombros por no llorar. El desolador silencio lo rompe el propio Lopetegui exclamando “Cuando salga Bryan Gil de la ducha le dais la enhorabuena de mi parte y le decís que, si sigue así, pronto será titular indiscutible”. Acto seguido sale sin despedirse y la plantilla, suplentes y utilleros incluidos, se miran y se pellizcan unos a otros para comprobar que no están soñando.
Pero, vamos, que esto sólo pasa en mi cabeza… ¿No?…
EDUARDO CRUZ ACILLONA
Publicado en La Colina de Nervión. 4/3/2020.