EL CRISTAL CON QUE SE MIRA #34
SANGRE DE CRISTO
Si no hubiera sido por el maldito coronaleches de marras, que todo lo aplaza, que todo lo tergiversa, que todo lo suspende, el pasado sábado, 18 de abril, el Athletic de Bilbao habría ganado de manera contundente e indiscutible su vigésimoquinta Copa del Rey. Y al día siguiente, domingo, la mítica gabarra habría estado paseándose en loor de multitudes rojiblancas por Nervión. No por nuestro barrio, que ya quisiera uno, sino por la ría de Bilbao, como está mandado.
Pero no pudo ser. Sevilla se quedó, de momento, sin escuchar el aguerrido y festivo alirón de los leones, los aficionados de ambos equipos continuaron con el confinamiento en sus casas y no pudieron mezclarse con la alegre y sana fraternidad que acostumbran en la Plaza del Salvador, y los jugadores se tuvieron que consolar emulando el partido en sus respectivas plei-esteisions.
Quienes sí se desplazaron a Sevilla ese sábado, como si se fuera a disputar la Final, fueron Luis Rubiales y Javier Tebas, convocados de manera urgente y confidencial por la mandamás del Consejo Superior de Deportes, Irene Lozano, con el objetivo de llegar a un acuerdo de mínimos sobre la continuidad, aplazamiento, suspensión o todo lo contrario del campeonato liguero. Nuestro equipo de investigación, compuesto por un gorrilla jubilado y una motocicleta robada a un repartidor de pizzas también jubilado, los descubrió a altas horas de la noche encerrados en un local muy conocido del centro de Sevilla y cuyo nombre mantendremos en secreto por no meter en líos a Miguel Fragoso, dueño del Garlochí.
Según nos cuenta nuestro infiltrado, cuando llegó, la conversación ya estaba avanzada. Ambos sostenían en sus manos unas copas con una bebida de intenso color rojo, dando la impresión de que no era la primera ni la tercera que se tomaban. Mientras tanto, Lozano se dedicaba a hacerse selfies con las imágenes de vírgenes y santos del local, encomendándose a todos ellos para la consecución exitosa de la reunión.
Dado que la parte humana, por llamarla de alguna manera, de nuestro equipo de investigación tuvo que disimular en la barra pidiendo sus propias copas, que no fueron ni una ni tres a la vista de la factura que nos ha entregado, no podemos asegurar que la transcripción de la conversación que nos pasó responda de manera fidedigna a lo que allí se escuchó. No obstante, aquí dejamos testimonio escrito de la misma por si fuera de interés general, que yo creo que no:
—Algo hay que hacer, que el Marca ya no sabe qué inventarse para rellenar páginas y páginas todos los días… Hasta la chica de contraportada del AS sale ya con cara de aburrida…
—Pues los ponemos a entrenar, que a algunos se les ve ya un poco fondones en Instagram…
—¿Y el confinamiento?
—Que le den. ¡Entrenamientos individuales y presenciales desde ya!.
—¿Desde ya? Son las cinco de la mañana…
—Pues desde el cuatro de mayo. Que les de tiempo a que el peluquero vaya a sus casas a hacerles los estropicios habituales en la cabeza.
—Vale, pero entrenar… ¿para qué?
—Se les dice que en un mes y pico se retoma la competición.
—¿Y el estado de alarma?
—Coño, pues se retoma a puerta cerrada y listo.
—Vale, pero, si lo celebramos a puerta cerrada, ¿cuál es la puerta que se cierra?
—Pues supongo que la de entrada, claro.
—¿Y cómo entrarían entonces los jugadores y el equipo arbitral?
—Estarían dentro antes de cerrar la puerta.
—¿Y los del VAR?
—(Riéndose) No iban a vender ni una cerveza sin alcohol…
—Vale, pues a puerta cerrada. Pero ¿cómo cumplimos las medidas preventivas?
—Tengo un plan.
—¡Ponnos otra para celebrarlo! Cuenta, cuenta…
—Los jugadores tendrán que ir todos con mascarilla. Así no tendrán que ponerse la mano en la boca cuando hablen entre ellos como acostumbran.
—Me parece bien. Pero ¿cómo mantenemos los dos metros de seguridad entre ellos todo el tiempo? A ver cómo hacen para rematar los corners… O para formar la barrera en los lanzamientos directos…
—Lo tengo todo pensado. Yo lo he llamado “la Solución Futbolín”.
—¿Que consiste en…?
—Joe, pareces tonto. Pues, como su propio nombre indica, en que los jugadores se ubiquen en el campo como si se tratara de un futbolín. Así, mantenemos la distancia de seguridad de marras y, de paso, evitamos los fueras de juego y las faltas.
—Sergio Ramos se va a ver descolocado sin poder hacer faltas… Y a ver cómo dejas tú a Navas sin correr la banda. Ese se te escapa fijo. Por no hablar de qué dirán los jugadores cuando les intentemos clavar una barra de hierro a la altura de los riñones…
—Ya, el plan tiene algunas lagunas todavía…
—¿Y tú lo ves viable para lo que queda de competición? Son muchos partidos…
—No hace falta… En cuanto el Madrid se ponga líder de nuevo, decimos que el sistema no funciona como esperábamos, le echamos la culpa a las autoridades sanitarias o a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, damos por finalizado el campeonato y ¡Hala, Madrid!
—Es un poco descarado, ¿no te parece?
—Ya… Pero, ¿y lo que nos vamos a reír?…
—Eso sí… ¿Y lo de rebajarnos los sueldos y repartir nuestro presupuesto en solidaridad con los equipos que han hecho ERTES y el resto de deportes y tal?…
—¡Qué cachondo eres! ¡Ay, que te quiero, calvete!
—¡Y yo a ti, malos pelos!
—¡Irene, nos vamos a acercar a la Macarena a por unos churritos! Tú pagas esto, ¿no?…
EDUARDO CRUZ ACILLONA
Publicado en La Colina de Nervión. 22/4/2020.